Cada vez es más habitual que las personas que utilizan gafas se pasen a las lentes de contacto o lentillas, ya sea por comodidad o por estética. En verano son muy agradecidas, ya que nos permiten realizar todo tipo de actividades al aire libre sin tener que sufrir las molestias típicas de las gafas: sudor, pesadez, molestia para bañarse… O simplemente ir bien glamuoroso a un evento.
Ocho consejos para unas lentillas en buen estado
- Lávate bien las manos con agua y jabón y sécalas con una toalla que no deje pelusa antes de manipular las lentillas.
- Evita todo contacto de las lentillas con el agua. ¡No te olvides de quitártelas antes de entrar en una piscina o en la ducha!
- Guarda las lentillas en su líquido específico. Ni tan sólo en caso de emergencia utilices saliva para enjuagar las lentillas.
- Utiliza y reemplaza las lentillas de acuerdo al período marcado por tu optometrista.
- Sigue las indicaciones de limpieza y cuidado de las lentillas que marca el fabricante, ellos mejor que nadie saben cómo hay que hacerlo.
- Durante la limpieza, frota las lentillas con los dedos, luego enjuágalas con la solución específica antes de remojarlas. Esta técnica es una de las mejores para limpiar las lentillas.
- Enjuagua el estuche de las lentillas con la misma solución específica, ¡nada de agua! Déjala secar al aire libre.
- Mantén siempre limpio el estuche de las lentillas, siguiendo el consejo del punto anterior, y reemplázalo regularmente para evitar que esto perjudique las lentes al estar maltrecho o agrietado.
Sabemos que en verano los planes pueden alargarse, así que procura llevar siempre encima tu estuche y mini-envase de solución específica por si tuvieras que quitarte las lentillas después de demasiadas horas. El aire acondicionado, del que tanto abusamos en verano, puede resecar más pronto las lentillas y provocarte molestias antes de tiempo.
Recuerda también quitarte las lentillas antes de ir a dormir y sé todo lo minucioso que puedas, ¡te juegas una infección ocular que nadie quiere!